jueves, 30 de agosto de 2007

0,7

Cada vez veo más claro que hay un elevado porcentaje de científicos que simplemente se aburre. Porque, si no, no acabo de entender como puedes dedicar tu tiempo a esto. Y más cuando se te supone un coeficiente superior a la media y una mente privilegiada.
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Vamos a ello: unos cerebritos ingleses han realizado un estudio según el cual Jessica Alba y Eva Longoria son "matemáticamente perfectas". Dicen haber desarrollado una fórmula matemática para medir el atractivo sexual de las mujeres y las posibilades de moverse sensualmente. Han ideado una ecuación que se basa en la proporción entre la anchura de cintura y caderas (¿?) y da un resultado. El resultado ideal, el súmum, es dar 0,7, y eso es lo que dan las proporciones de estas dos señoritas. Según la ciencia, son las mujeres físicamente perfectas. ¿Pero estamos tontos? ¿Para eso hace falta calculadora?
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Dicen que Marlyn daba 0,69 y que, por tanto, sólo era casi perfecta. Pero lo más indignante es que Angelina Jolie les da 0,75. ¡Basta! Por eso ya no paso.
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Sólo se me ocurre una respuesta a tanto talento malgastado. En el instituto y en la universidad había dos clases de alumnos, los de bar y los de clase. Los de clase generalmente tomaban apuntes, sacaban excelentes, miraban de reojo y tenían pocas relaciones sociales. Y los de bar (o sea, yo y los míos) normalmente jugaban a fútbol, se emborrachaban por las noches e iban visiblemente salidos, gritando un "hala" o un "ole" a toda fémina que pasaba por delante. Pues ahora intuyo que los de clase eran tan o más salidos que nosotros. Este estudio matemático es la prueba. Alba y Longoria los ponen muy cachondos. Como al resto de la humanidad, no pasa nada. Pero su retorcida mente les lleva a hacer ecuaciones con el cuerpo femenino. O sea, mentes brillantes, pero con la misma mirada sucia del resto de los mortales. Supongo que reconocerlo les situaría a nuestro nivel, así que se inventan cosas rarísimas. ¡A mí no me engañáis, empollones!. Hasta para decir algo tan simple como que una tía está buena, tenéis que demostrarlo. ¡Freaks!.

martes, 28 de agosto de 2007

¡Yo no soy tonto!


Ante todo, todas mis condolencias para la familia y allegados del futbolista Antonio Puerta. Dicho esto, saco mis dudas. Porque, la verdad, no lo entiendo. No entiendo que un joven de 22 años, deportista de élite, en principio con pocos malos hábitos, y que pasa controles médicos muy frecuentes, pueda sufrir 9 paradas cardiorespiratorias en pocos minutos. No digo que no pueda ser, porque existen factores congénitos, existen imprevistos y el cuerpo humano, por supuesto, es falible e impredecible.

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El problema es que el caso de Puerta no es el único. Hagamos un poco de memoria: en el 2003 muere el húngaro Feher (24 años) durante un Benfica-Vitória Guimaraes de la liga portuguesa y un año más tarde muere el camerunés Foé (una auténtica bestia parda), en un Camerún-Colombia. El primero de un infarto; el segundo por una trombosis pulmonar. Estos dos casos fueron llamativos, pero hay muchos más: he encontrado una relación documentada de hasta 27 futbolistas fallecidos, bien entrenando, bien en pleno partido, desde 1990. Brasileños, paraguayos, ghaneses, argentinos, y un largo etcétera. Alguno por algún desafortunado balonazo en la cabeza, pero la gran mayoría por paradas cardíacas, colapsos y aneurismas cerebrales. Todos los casos, súbitos e inexplicables por los médicos que les seguían en su día a día.
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Entonces ¿qué pasa? Sigo sin entender, y ya sólo se me ocurre pensar mal. Y alguien que ha seguido el ciclismo muy de cerca, cuando piensa mal, piensa en doping. Me explico. En ciclismo hay doping, mucho doping, pero está más controlado que en ningún sitio. Es el único deporte con análisis de sangre, y tienen un límite permitido de hematocrito en sangre (glóbulos rojos, los que oxigenan los músculos) del 50%. Es el límite aconsejado para evitar reacciones adversas del organismo. Los ciclistas van controladísimos por los médicos de los equipos, y cuando pasan del 50% es por muy poco, suelen dar positivo por un 52-53% como máximo. Vamos, cuando al doctor se le va un poco la mano. Pero eso pasa en los pedales, hay doping, pero con control. ¿Y en el resto? pues nada. Si lo hay, debe haber barra libre, porque sólo te miran la orina, y así sólo te detectan si te has fumado un porrito y poco más.
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Pongamos ejemplos concretos. Un ciclista abandona un equipo alemán y en su nueva formación le extripan un riñón por una dosis excesiva de hormona de crecimiento (más vale no citar, que las demandas están a la orden del día). Esta hormona, está evidentemente prohibida en ciclismo, pero no en el Deporte Rey, porque ni tan siquiera hacen nada por detectarla. En Argentina sospechan que un chaval que dejó Newell's siendo un "enanito" por un déficit de esa hormona en su cuerpo, en La Masia ha crecido hasta el metro setenta porque le administraron esa hormona de forma exógena. Sospechas, claro. Sin fundamento. Sigamos con este ejemplo. ¿Qué le aportamos a un deportista administrándole más hormona de crecimiento? Pues le aumenta la masa muscular sin aumentar la masa grasa, por lo que aumenta la fuerza y la velocidad. Mmmmm, sí, le podría resultar útil a un futbolista. Pero su uso excesivo y sin control ... ¡ay! ... provoca hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca y puede llevar a la muerte. Casualidad, supongo.
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Más datos hipotéticos. La EPO (eritropoyetina) es una hormona que se administra a la gente con grandes anemias producidas por cáncer y similares y que ayuda a generar glóbulos rojos. O sea, que ayuda a oxigenar la sangre y a retrasar la fatiga muscular y facilitar su recuperación. Y su uso sin control ... ¡ups! ... espesa demasiado la sangre y puede obstruir las arterias y provocar insuficiencias cardíacas o embolias cerebrales con resultado de muerte.
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También están los corticoesteroides, que ayudan a tolerar el dolor y prolongar el esfuerzo, pero también puede llevar al fracaso cardiovascular y a la ... ¡muerte por parada cardíaca! Todo un poco raro ¿no?
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Y los que más me gustan, mis preferidos, son los diuréticos, porque parece que un uso intensivo diluye otras sustancias dopantes para poder pasar los controles de orina. Pero su uso excesivo también provoca ... bueno, ya paso de decirlo, que ya cansa. Estos son algunos ejemplos, pero seguro que hay muchos más. No querría ser como Mel Gibson en Conspiracy Theory, paranoico perdido, pero me gustaría aparecer en el próximo panfleto de Media Markt, gritando aquello de "Yo no soy tonto". Porque me llama la atención que Puerta jugara precisamente en un equipo donde todos van como motos. Hasta el insigne Olegario correría los 100 metros en menos de 10 segundos si fuera al Pizjuan. Porque no me creo que los otros deportes fuera del ciclismo vayan limpios. Como lamentablemente tampoco creo que nadie ose abrir este armario para matar a la gallina de los huevos de oro.
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¡Ah! por cierto. Otro misterio CSI, ahora en balonmano: Vladimir Rivero, portero del Portland San Antonio de Pamplona. También un infarto inexplicable, porque quienes le conocían decían que estaba como un toro. Y paro ya, porque se me va la mano y veo jeringuillas por todas partes. Pero me temo que los casos citados no serán los últimos, y si no, tiempo al tiempo.