
Un día, en la escuela, comenzó a correr un rumor que me hizo estremecer: "los de Pressing Catch no se pegan de verdad". No podía ser. Era casi peor que descubrir quiénes eran realmente los Reyes Magos. A partir de ese día pasé a mirar el programa con cierto recelo: "sí, quizá no le ha roto realmente la silla en la espalda" o "es posible que la silla eléctrica no le haya dolido y esté fingiendo". Pero en fin, no necesitaba saber la verdad. Seguí creyendo en mis superhombres hasta que Tele5 dejó de emitir. Entonces llegaron Gokuh, Músculman i Los Vigilantes de la Playa (coincidiendo con la entrada hormonal en la adolescencia) y los olvidé.
Pero hoy he dicho: "vamos a ver Smack Down". Una gran bazofia. Personajes sin ningún carisma, pésimos actores y realmente fofos (que yo recuerde, los de antaño estaban más cuadrados ... ). Un espectáculo de luz y color, con decenas de cámaras, pero sin ningún interés. Y si esto ya me ha decepcionado, peor ha sido escuchar la decadencia del gran Héctor del Mar, aquel narrrrrador a quien todos habíamos imitado. Ha caído en el abuso de la broma fácil y es una caricatura de lo que fue. Cuatro ejemplos cazados en los poco más de cinco minutos que he aguantado sin cambiar de canal: "este árbitro es más soso que un yogur de agua", "es más peligroso que un tiroteo en un ascensor", "más tierno que King Kong haciendo ganchillo" y "está más triste que Adán en el Día de la Madre". Ahí queda eso.
Pressing Catch ha muerto para mí (aunque Hulk Hogan y El Último Guerrero siempre estarán en mi memoria). Descansen en paz. Siempre me quedará Humor Amarillo. Pese a que ya no comenten los Gomaespuma, me sigo partiendo como el primer día viendo a unos 'japos' freakies saltando las zamburguesas, en el laberinto del Chinotauro, la tabla de planchar y los rollitos de Primavera. ¡Viva el coronel Takeshi!
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