lunes, 23 de julio de 2007

El fin del mundo


Esta mañana estaba yo pululando por el Decathlon de L'Illa. Debían ser sobre las 10:45 cuando se ha ido la luz. El apagón ha sido inmediatamente respondido por un divertido "Ooooh!" por parte de los allí presentes y el disparo de todas las alarmas sonoras que se podían disparar. TODAS. De repente empiezan a aparecer señores de Prosegur y nos conminan a abandonar el establecimiento. Ante las urgencias y la cara de susto de los señores en cuestión, lo primero que piensas: "aviso de bomba". Pero no, informan que ha sido "sólo" un apagón. Yo en la puerta del Decathlon esperando acontecimientos, y mientras, delante mío, una señora indignada cuando era desalojada de la Mango, poque no podía completar sus compras. Cazurra, ¡no ves que las cajas no funcionan!

Desisto de esperar una reparación rápida y me voy a curiosear por el centro comercial. En un cajero automático, un señor maldiciendo y blasfemando porque, con la tarjeta dentro, el chisme se ha apagado. Las escalera mecánicas, evidentemente, han fallecido. En los ascensores parece que hay gente atrapada, y las barreras y cajeros del parquing no funcionan. Una vez observado el caos con la leve sonrisa de a quién no le va nada en todo esto, salgo a la calle. El desorden es generalizado. El tranvía se ha quedado tirado en medio de la calle Numancia. En las puertas de los edificios de oficinas se amontonan los empleados que, sin ordenador ni luz, se abandonan al ocio. Y camino de mi casa llega lo más arriesgado: cruzar la Diagonal sin semáforos. Nunca había pasado tanto miedo. He temido por mi vida e incluso le he dedicado una peineta a un transportista que casi me arrolla, acompañada de un "¡capullo!". Pero aquí estoy, sano y salvo.

Media ciudad se ha apagado. Resulta paradójico. En una época donde todo tiende hacia la autonomía; con teléfonos móviles, tarjetas de crédito, mandos a distancia, satélites, ordenadores portátiles, Internet, transporte público y carril bici, resulta que se quema un chisme y todo se nos va a tomar por culo. Nos sumimos en el caos y el alarmismo más absoluto, y ni podemos trabajar, ni comprar, ni desplazarnos, ni comunicarnos. Para colmo, si hacemos caso de los informativos, parece que estemos al límite de los disturbios, el pillaje y la anarquía más absoluta. ¡Anda ya!. Si no hay luz, enciende una vela. Si no funciona el móvil, llama desde un fijo o espérate. Y si no va el metro, coge el bus. Nos hemos vuelto unos comodones, unos pijos y unos lloricas. Cada vez que en nuestro súpersofisticado y súperavanzado sistema de vida falla algo, se nos cae el mundo encima. Hoy he visto mucha gente irritadísima. Hace años todos llamábamos desde la cabina y pagábamos en efectivo. Pues un poco de paciencia, coño.

¡Ah! lo mejor de todo ha sido que lo único que no ha resultado afectado, ha sido el servicio de cercanías de RENFE. Yo me parto.


4 comentarios:

Joan dijo...

Dicen las malas lenguas que la avería tiene su origen en las obras del AVE pero nadie quiere admitirlo por si la gente monta en cólera y empiezan a destruir edificios públicos por doquier y todo lo que tenga que ver con el Ministerio de Fomento. Ahí queda eso. Y dirá usted, ¿cómo sabe eso? Y yo le respondo que mi parienta tiene ciertos conocidos en cierta empresa energética. Lo dejaremos en cuarentena por si sólo es un rumor.

Saludos


PS: Por favor, quite la moderación de comentarios, ¿o es que necesita ejercer de censor?

PS2: Cal Bernadàs, oe, Cal Bernadàààààààs, oeeeeeeee

Joan dijo...

Por cierto, su blog está bastante bien.

Enhorabuena, Mr. Entrecuer.

Maik dijo...

Pues no me extrañaría que tuviera que ver con el AVE (Ausencia de Velocidad Extrema), por la zona ya podría ser ... no sé, ¿sólo me lo parece a mí, o Barcelona es el único sitio del mundo donde las cosas se hacen con el culo? A mí no me suena ninguna cudad donde hayan hundido un barrio ...

Maik dijo...

... y gracias por su cumplido, señor Tuerres

PD: Bernadas, te quiero. Mañana, con Juese, cerramos el tema, pese al silencio de mucho impresentable