sábado, 21 de julio de 2007

El abuelo dando guerra


Debo reconocer que mi adolescencia cinematográfica no fue especialmente brillante. Los títulos que me marcaron cuando andaba por 8º de EGB no eran en absoluto dignos de Óscar, pero qué le vamos a hacer. Si me quería reír, siempre estaban Bud Spencer y Terence Hill dando sopapos (Le Llamaban Trinidad, un clásico ...). Pero lo que más nos gustaba, y de lo que hablaba todo el mundo en clase era de Stallone en Rambo III, de Schwarzenegger en Terminator y Desafío Total, de Chuck Norris en Desaparecido en Combate, de Van Damme en Kickboxer (qué cabrón era Tsong Po, el malísimo de la saga) y, cómo no, de Bruce Willis en Jungla de Cristal. Era el cine de acción de los 90, infinitamente mejor que el actual, sin ordenadores y mucho más realista. Hoy ya estamos curados de espantos y vamos al cine sin que nada nos impresione. Nosotros quedábamos los viernes para merendar y ver las películas en VHS, y ahora, a los 13 años, ya pasan las tardes de los viernes haciendo cola en Up&Down. Qué pena.

Aquí empezó mi idilio particular con el ahora alopécico actor. Con el tiempo he descubierto referencias como Robert de Niro o Al Pacino, pero Bruce Willis tiene un no sé qué que me hace ver todas sus películas. De todos sus rivales en el cine de acción es el que tiene un físico más creíble y más común entre los mortales, y no como el gobernador de California. Es simpático y expresivo, no como Van Damme y Seagal, dos grandes sosos. Es un bruto con clase y sentido del humor. Y además cuenta con uno de los mejores doblajes del cine español: todo el mundo alaba a Joan Pera doblando a Woody Allen. Correcto, sí. Pero me quedo con Ramón Langa doblando a este señor, con su sonrisa de sobrado.

Después de verle salvar el edificio Nakatomi de Los Angeles en la primera entrega de La Jungla, vinieron dos secuelas muy en la línea. Eran más de lo mismo: secuestradores en el aeropuerto de Washington i terroristas en N.Y. Y él siempre los elimina, salva a los inocentes, destroza media ciudad, y acaba como un héroe. El argumento es francamente previsible, pero a mí me encanta la saga Die Hard. Qué le vamos a hacer, soy así de primario.

El 4 de septiembre llega la entrega 4.0, Live Free or Die Hard. Dudo que el argumento varíe demasiado: falta ver qué ciudad salva y qué actor encarna al malo, pero el resto será igual. Pues yo ya estoy impaciente. Tengo ganas de ver a Bruce Willis otra vez saltando. En los últimos años le he visto haciendo papeles cursis en Friends, intentando ir de dramático en El Sexto Sentido y en bodrios como Armageddon y Chacal. Sólo me ha convencido en Sin City (peliculón) y en El Quinto Elemento. Pero en septiembre vuelve con su gran personaje. Con 52 años, y ya calvo y desmejorado. Ya estoy ansioso por ver en que escena de acción trepidamente John McLane se para en seco, sonríe, y le dice al villano aquello de "Yippi kai ai, hijo de puta". A saber qué significa, pero cómo mola.

3 comentarios:

Joan dijo...

¿Debo entender que el señor Willis le pone el palote de punta? ¿Cúando ve sus películas, usted esboza un somrís de menor?

Guasas aparte, coincido en ese "noséqué" que comenta, hace que veas sus películas.

Harvester Of Sorrow dijo...

Yo debo reconocer que en mi niñez/primera adolescencia no compartía para nada los gustos cinematográficos de Entrecuer, pero sin embargo, hay una excepción que nos une: el Gran Bruce.

Nadie cmo él ha magnificado tanto la barba de tres días, la camiseta imperio y la alopecia galopante. En cualquier otro mortal, estos tres elementos te convierten en poco más que un garrulo. Pero él, en cambio, salía más que airoso de esta guisa. Él inventó el cutre-glamour.

No creo que vaya al cine a verla, pero 4.0 caerá tarde o temprano en mis manos. Y espero, al menos, que mantenga el mismo nivel que la tercera parte, con Samuel L.Jackson poniendo la nota de humor y el grandísimo Jeremy Irons dando el toque de distinción al malo maloso de turno.

Maik dijo...

Por cierto, informo que la película ya se ha estrenado en USA y pulula por la red, aunque con audio latino. La tentación es grande, pero me temo que oír al gran Bruce diciendo "te voy a vasiar el cargador, huey" podría ser definitivo. Me parece que esperaré.